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En épocas remotas el hombre
vivía en armonía con la naturaleza, estaba tan
unido a ella que era capaz de estar conectado
con sus elementos, el agua, el fuego, el
viento, el bosque, el sol, la luna… Nosotros,
ahora, apenas somos capaces de concebir el
vínculo perdido con ese mundo, salvo durante
las fugaces ocasiones en que un paseo, en
plena naturaleza, nos permite sentirnos
invadidos de una especie de gozo especial e
indefinible. El Chi-kung y el Tai-chi nacieron
de ese poder, de ese gozo, de esa sabiduría
interior, de esa condición pura y no
contaminada del ser humano en contacto con la
naturaleza.
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El deseo de este espacio
de armonía, que te propongo, es
que sea un lugar de ancla y apoyo, en el que a
través de la práctica del Chi-kung, del
Tai-chi y de muchas otras propuestas para
compartir juntos, consigamos volver a
acercarnos a esa sabiduría interior e
integrarla en nuestra vida cotidiana.
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